Tengo un par de preguntas

¿Cuántas veces traté de mirarte a los ojos y tú desviabas la mirada? ¿Cuántas veces distinguí odio y temor en tus pupilas y no tuve la valentía de enrostrarte y preguntarte lo que sucedía?
¿Cuántas noches no dormí tratando de descubrir lo que se gestaba en tu mente?
¿Cuántas veces…? Incontables.
¿Cuántas noches pensé que sería lanzado al olvido?
Aquella en que lo hiciste, y claramente no pude enfrentarlo por culpa del terror que consumía mi cerebro, aquel pavor que congelaba mi memoria en los buenos momentos con el argumento de tratar de que nuestra vida fuera como aquel pasado el cual tanto añoré.
Lloré también por que no veía un nuevo rumbo que pudiese tomar; lloré, y no me arrepiento de haberlo hecho porque hoy estoy más tranquilo, alivianado sin carga ni cruz que llevar porque hoy busco y espero el momento preciso en el cual pueda vivir a sabiendas que supe volver a querer, sumergiéndome en embates de la alegría cuando vea que alguien se encuentra en el mismo escenario, en la misma arena donde las palabras sobran y los silencios indiquen complicidad en su máxima potencia, donde una simple mirada me cuente lo que sucede en su alma.
Fotografía de Ana Mafalda Peréira.
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