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Entre Imaginarios y Realidades

martes, diciembre 07, 2010

Abajo

Sentimientos deslavados y reducidos, realidades paralelas que entran en conflicto tratando una de sobrellevar el presente y la otra, empujando desde el pasado con tal de no ser olvidada.
La sensación es grata aunque sepa a desilusión nueva, de esas que sospechabas algún día sentirías, pero no querrías aceptar.
Y estaba, o mejor ahí estábamos: yo con los recuerdos tibios, sin haberla olvidado y ella ya sin mi en su memoria.
La vi caer, más allá de donde ella me había tirado años atrás.
Cayó hondo.
se dejó caer hondo.
Se hundió sola en un presente deslucido, reventado, decadente.
Que tristeza verla.
Ella allá abajo gracias a sus propios medios (y miedos).
¿Qué fuerza que tiene de hundir a otros si pudo hundirse más a ella misma, no?
Yo la miro desde arriba, sabiendo que esa posición, esa altura la alcancé por mis propios medios.
¿Y ella?...Ya habrá otro que la rescate.
De allá abajo nadie sale tan rápido.

martes, abril 27, 2010

Locura

Hoy me habló Dios y lo mejor de todo es que yo ni siquiera le estaba dirigiendo la palabra.
Me habló luego de levantarme,  desvestirme,  calzara mis zapatillas, anudara los cordones entre ellos y comenzara a saltar por la casa para llegar a la cocina.
Mientras desayunaba un poco de la tierra del macetero que hay arriba del refrigerador - que a todo esto, tengo lleno de bolsas plásticas infladas y anudadas (para guardar aire fresco para cuando caiga el verano, ¡Obvio!), me dije a mi mismo, "Mismo, que buena está la tierra" y en eso una voz mejor que la de Barry  me dice "Cierto, que buena está y mira como me la están dejando".
Y bueno, me asusté.
Sabía que no tenía puestos los audífonos del Iplaf..
Entonces dejé de masticar el barro que a esas altura tenía en mi boca y mientras miraba hacia el techo ( y sin dejar de hacerlo, esperando otra voz u otro reto) tomé el macetero y escupí lo que quedaba de mi desayuno...pero nadie me habló y esperé  hasta que me dio frió y partí a saltos a mi pieza a sacarme las zapatillas a ver si con eso me entibiaba algo.
Uff, me dio más frío, pero no importaba porque ya nadie me hablaba...
"...Mira como me la están dejando..."- pensé, repitiendo lo que el Pulento me había dicho-.
 No entiendo, si siempre la hemos dejado redonda y nunca se nos ha cruzado la idea dejarla cuadrada... si siempre he visto que el mar arroja basura en sus costas y otros generosos parten de inmediato a regresarla y en creces, en toneladas...
"...Mira como me la están dejando..."
...Uhm, debo comer menos tierra...

jueves, enero 21, 2010

No fue necesario pensarlo

No fue necesario pensarlo ni concentrarme en buscar alguna idea o alguna salida. Me pilló con la guardia baja y no dio aviso de acometida y con eso embistió mi cara, mi pecho y luego todo se hizo mas sereno.
Siempre pensé que sería una decisión formada y que tendría que literalmente decidir en qué momento y lugar sucedería.
La “olvidé”
O más bien dicho, sus recuerdos ya no me saben como lo hacían antes, ya no generan nada conmovedor, ya no me asaltan cada día, ya no atormenta su ausencia ni la distancia.  
“What’s done, it’s done.”… y lo dije sin remordimiento alguno, sin arañar las sonrisas y los compromisos deslavados, desdibujados por la torpeza de la memoria y mi instinto de supervivencia.
Me detuve, porque extrañamente esto ocurrió mientras caminaba: Caminé, lo pensé, me detuve; el mundo no se partió ni el cielo se fue a negro. Lo sentí, me sorprendí y luego di el primer paso sin titubear, sin temores porque caminar sin esa carga, caminar solo con mi sombra nunca me pareció tan tranquilo.
Volví la vista al camino que recién había recorrido: sus ecos ya no resonaban en las esquinas, el calor de sus abrazos ya no lo veía en la sonrisa de los niños y ya no estaban sus manos, ni las finas líneas de su espalda…
Qué difícil es dejar ir algo que por años te acompañaba y que valiente el tomar la decisión de caminar al final solo, porque es dejar ir un sueño, es aniquilar la opción de luchar por alguien o algo como nunca lo harías.
Es como si el mar no batiera más sus olas y no volviera sobre las arenas haciendo que su dinamismo se convirtiera en la calma superficie de un inconmensurable lago…pero, las olas vuelven, el mar se agita y nunca alcanza a la playa hasta donde quisiera, pero  nunca deja de hacerlo, no se cansa ni doblega. No abandona su sueño. No se queja. Siempre lucha.
Hoy, para mi, esas olas ya no tienen sentido.
No más lucha.
Abandono la idea de arribar a un puerto que consideraba mío.
¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes? – se preguntarán.
No me culpen.
Que cuando el corazón elige y hace que palpite más fuerte con esos recuerdos que tanto aprecia, basta dejar que el mismo considere que ya es tiempo de latir mejor  por otros vientos, por otros motivos.
El mío, hoy,  late tranquilo.
Pero ¿Qué pasara cuando nos encontremos?
¿Cómo latirá el tuyo?

¿Cómo latirá el mío?
Lo único que puedo decir es que si el mío late mas fuerte, es porque  todavía tiene  algo que decirte.

domingo, noviembre 08, 2009

El museo

En un día de invierno, de esos fríos, nublados y ajenos en donde el abrigo no se encuentra en las ropas sino en la compañía de amigos o del silencio que nos acompaña a cada paso que damos, cuando nos da por vagar mientras pensamos en esas cosas de las cuales en verdad nos queremos olvidar, él caminaba concentrado sabiendo exactamente a lo que iba. No era una cita ni nada en particular sino mas bien la reunión de dos personas que necesitaban escapar de si mismos, del maldito  insomnio y esa consciente sensación de derrota que ambos parecían compartir, aunque él por su lado, ella por el suyo, pero ambos tangencialmente unidos por la casualidad, la honestidad y esa capacidad natural de escuchar al otro y el regalarle una sonrisa de esas francas que al terminar deja su eco impregnado en el ambiente.
Ambos emergieron del Metro, él por su lado, ella por el suyo y se encontraron para ir en busca del museo. En el camino no había mucho que hablar, pero el silencio era algo que no podía haber entre ellos aunque él los disfrutara y a ella le incomodaran; siempre había algo que decir a pesar que había ocasiones en que había sido innecesario como, según  él, ese minuto o era. 
Quería apreciar esa sensación de calma que comenzaba a sentir, escuchar como se aplacaban las discusiones que ocurrían en su cabeza, disfrutar de esa tranquilidad que hacia tiempo no había podido alcanzar.
Una vez en el museo el ruido de la ciudad se hizo mudo, los automóviles dejaron de existir y juntos compartieron el silencio que el museo les entregaba junto a esa tenue luz que hacia de protagonistas a las piezas y a ellos de espectadores de esa clase de historia que comenzaban a hacerles de la mano de sus colores, figuras, años y protagonistas. Minutos más tarde, comenzaron a discutir sobre lo aprendido y ambos parecían mirar a sus problemas desde lejos cada vez que emitían juicio alguno sobre alguna figura, pieza o escultura; parecían a gusto entre el silencio y la penumbra, parecían cómodos el uno y el otro ahí, ambos juntos escondidos de la urbe, ajenos a todo lo que sucediera fuera de esa habitación. 
Puedo decir que no supieron cuando ni como paso, pero en un minuto se confundieron en un abrazo tierno y tibio, uno de esos que prometía convertirse en un buen recuerdo.
-¿Por qué el abrazo?- pregunto él.
-No sé, quería hacerlo- respondió ella.
No había nada  más que decir, nada más que agregar. Cada uno agradecía por ese momento; por  el estar ahí acompañando al otro, por ser parte de ese respiro que necesitaban para huir de sus propias historias en busca de minutos de paz, aunque sea él por su lado, ella por el suyo, pero ambos tangencialmente unidos por la casualidad, la honestidad y esa capacidad natural de escuchar al otro y el regalarle una sonrisa de esas francas que al terminar deja su eco impregnado en el ambiente…









sábado, septiembre 12, 2009

Gracias...

No recuerdo la ultima vez que escribí algo, pero recordé que para hacerlo debo tener al menos un tema claro.

Voy a escribirlo al menos para tratar de explicar algo, aunque me tome tiempo y me quede aquí mucho tiempo sentado.

Quiero ser por fin preciso y sin evasiones, pero me complico. Me rasco la cabeza y miro al rededor con tal de encontrar alguna pista que me ayude a entender que es lo que estoy haciendo.

Pero nada viene. Todo es silencio, excepto el ruido que se genera cuando pienso; son muchas cosas, pero no soy capaz de tomar alguna. Su confusión me nubla y cada vez que llego a este estado, dejo de buscar algún argumento, algo que sustente mi hipocresía, mis mentiras, mis engaños, esos que no me dejan definir que estoy haciendo o poder preguntarme ¿y ahora que hago?

Cada mañana la ducha es el lugar donde purgo mis dudas, pero el agua no es capaz de erosionar los valles de mi memoria ni esclarecer el barro de la duda…sigo divagando en ese ruido interno que cada día ahoga mi cabeza.

Pero he logrado calmarlo.

No como quisiera, pero lo estoy logrando.

¿Lo que necesito?

Dos palabras tuyas, un abrazo.

Ahí me siento tranquilo, comienzo a ser más cauto, a sonreír un poco, a pensar mas claro.
Tú sabes pequeña: Gracias por todo.

lunes, marzo 24, 2008

Caminos fríos.


February walk
Cargado originalmente por ~~Jen~~
Pequeña,

Por más que todo esté negro está bien si estoy contigo.
Esperoque para tu también pienses lo mismo para que así nos pongamos el mismo manto cuando nos de frío o nos ampare el mismo techo para cuando el agua de algún problema se nos venga encima y se transforme en río.
No importa que todo esté mal si tú estás aquí conmigo y yo contigo.
Importa que estemos los dos bien, que caminemos juntos este camino frío a veces triste, otras vacío... y que ambos lo dejemos pleno con nuestras risas, abrazos y hechos.
¿Entiendes lo que te digo?
Me acompañas, caminamos, me sobrepasas y te sigo...no importa como sea nuestro ritmo.
Lo importante es poder caminar contigo.
Aunque todo salga mal, aunque todo sea frío...
Te pregunto ¿Quieres caminar conmigo?

lunes, enero 28, 2008

De a dos


De a dos (Valparaíso)
Cargado originalmente por Pics of Pancho
Lamento herirte tanto el corazón que ahora me duele a mi y no es en vano.
Duele ser tan duro y caprichoso, esperar actitudes falsas que me ayuden a olvidar de plano mis problemas, para perderme solo en tu sonrisa, en un abrazo tuyo o en tus labios.
Lamento ser tan ciego y testarudo por tener esa visión mía de que el mundo es uno y standarizado a mi manera, obviando singularidades como las tuyas, que no debo olvidar fueron las que desde un principio me cautivaron.
Duele darse cuenta del daño que te hecho, encerrado desde mi bunker de lógica y cordura, esperando pasos de ti que a mis ojos se ven correctos y ciertos, pero a los tuyos falsos y errados; que ha cubrido de errumbre todo lo que hemos caminado de inciertos sentimientos que a veces, a ambos nos han abrumado.
Lamento cada palabra vana, cada silencio dado que no ha hecho más que fabricar tropiesos y caídas que más de alguna vez pudimos haber evitado.
Pero duele darse cuenta que al hablar contigo, mis actos en más de alguna ocación te han perjucidado o dañado, puesto que sí: nada de esto lo he premeditado.
Y es que hay que crecer juntos, encontrarle el ritmo al otro y hacerlo propio, propio como el ideal -ojo, no la idea- de permanecer juntos por tanto, tanto tiempo, que se nos llegue a olvidar el día en que nos conocimos o hasta que lleguen a preguntarnos cómo lo conseguimos: vivir nuestra vida de a dos.
Te amo, pequeña. No encuentro mejor manera de ponerlo.