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Entre Imaginarios y Realidades

sábado, diciembre 22, 2007

La Ducha

Cada mañana, luego de levantarme, anulo cualquier pensamiento y me voy directo al baño a ducharme. Si, así de simple.

Si solamente me enjabonara, lavara el pelo, sacara el jabón, enjuagara la cabeza y afeitara en la ducha, no me tomaría más de 10 minutos, pero generalmente me toma más de media hora.

El problema es que me cuesta salirme de ella. No es fácil.

Tiendo a quedarme bajo el chorro de agua rumiando mis sentimientos, problemas y emociones; masticando ideas, hundiéndome en el letárgico sonido del agua y me pierdo, vago en ese murmullo y me refugio en ese protocolo matinal hasta que me descubro somnoliento o descubro que mis dedos ya se han arrugado por completo.

Luego de eso, recién ahí, me enjabono, lavo el pelo, saco el jabón, enjuago la cabeza y afeito…luego me salgo y me seco para luego mirarme al espejo y decirme: “Viejo, este día va a ser muy bueno”.

Pero resulta que a veces me acuesto pensando que aquello que me dije antes de salir del baño, fue la peor mentira del día y aun así, no me canso de repetírmelo todos los días.