Al final todo es mi culpa
Culpo a tus palabras, consejos y locuras.
Culpo a esas horas de nostalgia mientras maldigo mis avances y mejoras.
Acuso el silencio que callas con palabras que iluminan mi conciencia y todo por cruzarme ante tus labios y descubrir en ellos el terror de mis penurias y el rival de mis pesares.
Y lo grave es que esto ocurre mientras tú estás lejos ignorando mis palabras, entretanto rescato de mis recuerdos las tuyas y todo porque en su momento fueron mi sustento.
Así y todo –y cuando más las quiero- hoy sólo me siento a recordarlas…pero no salgo a buscarlas.
Y creo que me detiene el miedo a creer que no querrás regalármelas…
¿Y qué pierdo con salir a buscarlas?