Creo que la peor parte de temer es la de descubrir que la incertidumbre es más fuerte que nuestra voluntad; sentir que no se puede controlar la situación, o peor, que ya no hay alternativa que seguir y aunque realicemos nuestro mejor esfuerzo no sea este suficiente.
A la incertidumbre, prima hermana de la duda, a veces puedes quererla, otras odiarla o arriesgarte a enfrentarla. Sin ella todo sería monotonía y las palabras "riesgos" y su respetiva "prevención" no estarían en el diccionario.
La incertidumbre genera miedo y son pocos los valientes quienes deciden tomar el camino que ésta les ofrece, aunque no son pocos los que hacen caso omiso de ella, quizás perdiendo oportunidades o por simple prudencia.
Así nos movemos en la vida; somos en la incertidumbre y es ella la esencia de nuestras acciones, nos mueve de nuestras inestables comodidades y nos obliga a reaccionar, cambiando la estrategia con la que vivíamos hasta ese momento.
...Y la complejidad se ve venir cuando el miedo nos ataca y no nos permite razonar, cuando la incertidumbre devora toda opción y nos acorrala por completo. Eso, eso es miedo: algo que es personal e intransferible, sustancia de toda derrota,
de toda caída,
de todo olvido.
¿Qué sería de la vida sin incertidumbre, miedos e incomodidades?
Silencio...nada más que eso.